lunes, febrero 20, 2006

¡Diganme la verdad!

¡Basta ya de mentiras envueltas en papel de regalo! ¡No soporto más el relativismo del mundo que me rodea! Estoy hastiado de aquellos que dicen que todo es relativo, que no hay verdad más allá de sus mentes. No aguantaré más a esos que dicen que no hay verdad absoluta sino visiones diferentes de la realidad.

Sé que Cristo Jesús dijo: "Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. (Juan 8:32)". Así que estuve pensando acerca de lo que él dice y aquí van mi razonamiento:
  1. Los recursos del hombre son incompletos y limitados. Es un hecho que no tenemos razonamiento o conocimiento suficiente para entender todas las leyes del universo. Acaso hemos podido entender todas las cosas que perciben nuestros sentidos? ¿Entendemos todo lo que vemos, gustamos, palpamos, olemos o escuchamos? ¡No! El conocimiento científico es una acercamiento continuo, desarrollado a prueba y error para entender las leyes del universo. ¿Y entonces voy a determinar si la verdad existe o no, basandome en mis limitadas capacidades cognitivas?. No me tengo tanta fe.
  2. Supongamos que la verdad no existe y que mis capacidades son suficientes para poder demostrar su inexistencia. ¡UPPSS! Ya habíamos dicho que mis capacidades no son suficientes, pues estemos limitados por nuestros sentidos y nuestros conocimientos. O sea que esto solo es viable si el asunto recae en algo que tiene que ver con mis sentidos y mi razón. Así que esta opción no sirve en los temas espirituales. ¿O alguien puede determinar si Dios dice la verdad por cómo huele, cómo se ve, como se palpa? ¡Uy si como no...!
  3. Supongamos que la verdad sí existe y que mis capacidades son suficientes para demostrar su validez. ¿Es posible esto? Pues igual que en el caso 2, son muy limitadas las veces que esto puede ocurrir. Es decir tenemos que tener el control de las cosas y poder verificar con nuestros sentidos. Y aun así existe un margen de error. O sea que no es viable.
  4. Supongamos que la verdad no existe pero yo no tengo manera de probar su existencia. Entonces me toca usar la fe. Es decir no tengo manera de probar que no es cierto, pero simplemente creo que no lo es.
  5. Supongamos que la verdad sí existe, pero que mis capacidades no son suficientes para poder encontrarla. Entonces me toca tener fe, pues soy incapaz de demostrar que es cierto. Pero, será posible que la verdad se diluya porque no puedo probarla?. No creo. Luego mi conocimiento es insuficiente, pero la verdad es patente, así que debo usar la fé y confiar.
En conclusión tenemos que solo hay dos posibles opciones que son finalmente una sola:
  1. Nos guiamos por nuestros sentidos y razón tratando de averiguar si hay o no verdad. Es decir tenemos fe en lo que nuestros sentidos perciben y nuestra razón aprueba para poder determinar si existe o no la verdad.
  2. Tenemos fé en lo que otro dice.
O sea todo se resume en tener fe. Pero la diferencia es en quién o en qué se debe tener puesta esa fe. ¿En quién vas a tener fe? ¿La numerología, la astrología, la adivinación, tus instintos, la costumbre, las tradiciones, el consenso general o en lo que Jesús dejó escrito en la Biblia? Esa es una decisión que debes meditar muy bien. Piensa muy bien y evalúa cual es la alternativa más confiable, con menos riesgo y más probada. Si te das cuenta es la más obvia: Jesús.

Luego te muestro cómo llegue a esa conclusión. ¡Es evidente.!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿què es la verdad?
¿hoy, vale la pena saber alguna verdad?

Wil dijo...

Pues te contesto con un artículo...