martes, junio 12, 2007

Quiero volver a creer (Parte 1)

El hombre ya no tiene esperanza. Los médicos han dicho que nada hay para ayudarle. Le dicen que el único camino es resignarse a su condición. Su dictámen dice que jamás podrá vover a caminar. Es lo que dice la ciencia y contra sus argumentos parece que no hay más salida. El hombre comienza a creer que no hay más esperanzas. Tal vez en su corazón empieza a hacer espacio para la resignación. De pronto el espacio mental para el conformismo se empieza a abrir.

Pero hay alguien cerca. Alguien que no se guía por conceptos médicos. Alguien que no está limitado por la ciencia o el conocimiento. ¡Es alguien todopoderoso! Su mensaje es diferente. No habla de religión. No habla de normas, liturgia o costumbres. Él habla de vida, de victoria, de cambio, de comenzar de nuevo. Dicen que el puede hacer milagros. Dicen que puede actuar fuera de las leyes del universo. Dicen que él es el Hijo de Dios.

Entonces los amigos del discapacitado han decidido... darle una forma nueva a su amistad. No solamente se compadecerán de él, ellos van a llevarle hasta donde este hombre tan especial. Harán lo que sea necesario por su amigo, no van a dejar que Jesús pase por su ciudad sin verlo. Así que deben sobrepasar un obstáculo: la multitud se ha aglomerado tanto que le impiden al discapacitado acercase a Jesús. Entonces lo entran por el techo. No van a permitir que Jesús se vaya del lugar, sin que su amigo pueda estar en contacto con él.

Entonces la Biblia dice en Marcos 2:5 "Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados." ¡Qué alegría! ¡Qué sorpresa! Este hombre al que llaman Jesús no solamente ve la condición externa. El ve más allá de lo evidente. El ve la necesidad interna. Esa necesidad que ni sus amigos podían percibir. Esa limitante que atacaba más que la capacidad física de caminar, destruía la capacidad espiritual de vivir.

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