Hay una vieja historia que cuenta de un barco que una noche vió lo que parecía otro barco que venía directo hacia el suyo.

- Cambie usted su curso diez grados al Sur, fue la respuesta que llegó de inmediato.
- Soy un capitán. Cambie su curso al norte, replicó el capitán.
- Y yo soy un marinero de primera, cambie su curso al Sur.
Esto enfureció al capitán quien ordenó al señalero decir: Le digo que cambie su curso al norte, estoy en un barco de guerra.

Negarnos a cambiar, puede llevarnos al desastre. Negarnos a transformar nuestra manera de pensar puede ser fatal.
¿Qué posición tomamos en nuestro trabajo ante la cotidianidad o ante situaciones minúsculas?. ¿Qué actitudes tomamos en nuestra familia ante los embates de situaciones adversas? ¿Somos acaso como el barco empecinados en seguir adelante a toda costa, a toda marcha, confiando en que somos tan poderosos social y económicamente, con un status de buque de guerra? ¿Somos comandantes que ni siquiera escuchamos a un marinero de primera.? ¿No oímos o nos hacemos los sordos como el viejo Jonás.?
¿Por qué no lo intentamos? Comencemos cambiando por cosas tan pequeñas como la actitud. O por qué mejor somos como el faro: atalayas de la vida, vigías del derrotero humano, atentos al consejo sabio y oportuno, llegando donde el amigo, familiar o conocido enfermo y necesitado. Convirtámonos en orientadores hacia el camino de vida en Cristo y no hacia la muerte eterna.
Recuerda lo que dijo el apostol Pablo en la carta a los Romanos "No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente."
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