miércoles, marzo 08, 2006

¿Quien es Jesús? (Parte 9)

Como sé que después de tantos artículos seguramente todavía tendrás dudas, he decidido dejar para lo último el argumento más contundente que tengo acerca de quien es Jesús de Nazareth. Para los demás se que podrás argumentar y contra-argumentar hasta el cansancio, pero para este final los argumentos son inutiles. Así que aquí va....

El argumento final es muy sencillo: quién era yo y qué hizo Jesús conmigo. Para comenzar debes saber que no siempre fui creyente. De hecho desde niño fuí educando conociendo las verdades de la Biblia, pero nunca tuve una experiencia personal con Cristo. Para mí, la vida cristiana y la vida diaria eran cosas diferentes. Es decir que sabía en mi cerebro cosas, que yo necesariamente no aplicaba. Yo era un religioso, sin grandes defectos a los ojos de la humanidad. O sea que no fui un delincuente, ni fui un terrorista. Era, ante los ojos de las demás personas: "normal". Pero dentro de mí ocurrían cosas que no eran tan agradables. De hecho al correr los años la teoría cristiana que conocía fue insuficiente para satisfacer mis inquietudes de la vida diaria. Así que siendo como siempre he sido: racional, busqué alternativas. Busque y busque respuestas, para finalmente acomodarme a la que mejor me sonaba: dejé de creer en las cosas de Dios. Creía que esas historias que yo conocía acerca de Jesús y Dios, eran simplemente interpretaciones de hechos ocurridos. Hechos que podrían haber asignados a Buda, Mahoma, Bochica o cualquier lider religioso. Es decir que en mi "amplia" sabiduría había decidido que Jesús era el mismo Buda, Mahoma, Bochica, etc. O sea que finalmente terminé por negarme a creer en Jesús como él decía, sino que yo había desarrollado mi propia argumentación, donde mi modelo mental estuviera de acuerdo. Estaba caminando directo al ateísmo. No habia un Dios, sino hay un conjunto de buenas prácticas morales. Mejor aún: Dios no existe. Esas eran mis reflexiones... ¡Cuan equivocado estaba!.

Pero Dios tenía argumentos que mi razón no podía debatir. Así que un día, sin yo pedirlo, tuve que asistir a una reunión de oración. Yo estuve silencioso y respetuoso, pero Dios que conocía mi interior tenía pruebas irrefutables para demostarme, más allá de mis argumentos, que él es Dios. Así que en esa reunión ocurrió un evento sobrenatural. Una de las personas que estaba allí, a la cual yo conocía desde hacía muchísimos años y que era muy cercana a mí, empezó a manifestarse poseida por un demonio. ¡Sí, un endemoniado! Tú puedes decir que no crees en eso, que son farsas, que son desordenes sicológicos, que son enfermedades, que son otras cosas. Pero yo estaba ahí. Yo ví el rostro de esa persona (conocída y muy cercana mía) ser transfigurado. Oí el cambio de su voz. Se volvió ronca y agresiva. Te repito que yo conocía esta persona desde hacía muchísimos años y sabía que no estaba fingiendo. Sabía que no estaba enferma sicológicamente. Sabía que allí estaba presente un demonio. ¡Si un demonio! Aunque hagas caras de incredulidad y creas que estoy inventando historias de terror. Te repito yo estaba allí. Y no estaba solo. Conmigo había cerca de 8 personas más. Todas muy cercanas a mi y mi familia. O sea que no era un truco. Estas personas no habían preparado esto para convencerme. No estaban actuando. No era una película, aunque hay películas que se le parecen mucho.

Yo ví a esa persona, que luego me enteré había sido sometida a un trabajo de brujería, ser transformada físicamente, y entonces recordé mis enseñanzas de niñez. ¡Lo lamento pero en esse momento la razón ya ha sido sometida por los hechos! Y comence a orar. Por varias horas estuvimos orando y al final, ví a esa persona ser libre. Su voz volvio a ser la normal. Su cara volvió a la normalidad. Recobró el control de sus actos. Y para que no te quede duda, nunca jamás volvió a presentar ese comportamiento "diabólico". ¡No era una enfermedad ni física ni sicológica!

Esa noche al acostarme, la razón volvió a preguntar, pero yo solo tenía estos argumentos:
  1. Yo sé lo que he visto, oido y sentido. Sé que allí estaba un demonio.
  2. Sé que después de orar, (a ese Dios en el que no creía y a aquel que creía que no existía) esa persona fue libre.
  3. Sé que no hubo ningún fraude y que estaba frente a eventos sobrenaturales.
Luego la fuerza de los hechos era superior a la de los argumentos. Dios existía, existía su enemigo, pero yo, ¿dónde estaba?. ¿Iba a seguir la contundencia de los hechos o seguir debatiendo argumentos inútiles? ¡Tampoco soy tan necio! Era evidente que debía creer. ¡Dios existe! gritó mi corazón. Ahora venía el proceso de descubrirlo. Tenía que saber quién era él. Y Empecé a leer la biblia. Para ser sincero, lo hice para descubrir dónde se contradecía. Leí y leí y cuando encontraba algo que no entendía decía: aquí se contradice. Entonces iba a quienes sabían más que yo y les mostraba mi "hallazgo". Pero siempre el confundido era yo, no la Biblia. Leí y leí para finalmente convencerme de lo evidente. La Biblia es la palabra de Dios y no se contradice. No tiene fallas y su mensaje es eterno. Ahora finalmente estaba completo. Había encontrado a Dios (¿No sería que él era, quien había encontrado?) y había comenzado a entender su mensaje. El resto fue seguir adelante. Dios se iba a encargar de mostrarme por muchos otros medios, que él era un persona real, que Jesús era su enviado, que el Espíritu Santo había sido enviado para ayudarme y que la Biblia era la palabra de Dios.

Así que soy un cristiano. Un seguidor de Jesús. El cambio que sufrió mi vida es el argumento más fuerte que tengo. Deje los miedos, los complejos, los rencores, el caracter iracible y la depresión. Dios me dió una nueva vida. Me hizo una nueva criatura. Tal y como lo había prometido en la Biblia.

¿Y tu tienes algo que contar? ¿O sólo tienes argumentos? Si quieres dejar testimonio de lo que Jesús hizo por tí, deja un comentario a este artículo. El mundo tiene que saber que él es el Mesias, ya sea que yo tenga los argumentos para demostrarlo o no.

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